miércoles, 11 de junio de 2008

Feminismo en la Edad Media

La Edad Media, también conocida como época oscurantista, estuvo política, religiosa y culturalmente determinada por la relectura, en el mundo cristiano, del pensamiento helénico, cuyas máximas establecían un orden social inalterable, donde los hombres estaban encargados de la administración de la Res pública, mientras que las mujeres eran relegadas al oikos, el hogar. Por su parte, el medioevo chino fue dominado por las ideas filosóficas extraídas del taoísmo y el confusionismo, sistemas teóricos que señalaban el “sito adecuado” de cada persona dentro de la estructura social: los hijos vivían sometidos al padre, la esposa al marido y los vasallos al emperador, soberano de “todo lo que hay bajo el cielo”.
En este contexto se desarrolló la vida de Zetien Shunsheng (Sabia seguidora del paraíso), la única mujer en toda la Historia China que llegó a ostentar personalmente el poder imperial, tras desafiar todas las convenciones sociales de la época y escalar ─gracias a sus habilidades para la adulación, las intrigas palaciegas y el asesinato─ dentro de la jerarquía cortesana. Jonathan Clements, investigador especialista en Historia china, narra el ascenso al poder de Wu Zhao, una de las decenas de concubinas del segundo emperador de la dinastía Tang, cuyas aptitudes políticas y militares le llevaron a ganarse el respaldo del pueblo y a desatar la ira de la nobleza.
Considerada, durante sus años de mayor dominio, como Maitreya ─encarnación de Buda─, tras su muerte, Wu fue calificada por sus detractores como “hembra caprichosa y vanidosa”, asesina de decenas de adversarios y homicida de su propia familia. A catorce siglos de distancia, la imagen de Wu se difumina por los escándalos que rodearon su tumba, mitos que tal vez sólo escondan tras de sí, el mayor de sus crímenes: ser mujer.

Bibliografía:
Clements, Jonathan. Wu. La emperatriz china que intrigó, sedujo y asesinó para convertirse en un dios viviente. Barcelona. Crítica, 2007. 314 pp.

La Universidad en la aldea global

Los Estados iberoamericanos se enfrentan a una paradoja generadora de anomalías económicas y culturales: aún no logran superar el proceso de conversión al capitalismo moderno y ya no les es permitido postergar su integración a lo sociedad global.
Choque de civilizaciones (según el criticado término de Huntington), paz armada, abismos distributivos, corrupción, demagogia, narcotráfico, terrorismo e inseguridad son los temas que dan forma a las notas de ocho columnas en los diarios de todo el mundo. Los americanos de la periferia, es decir los que vivimos del río Bravo hasta la Patagonia, debemos resolver, además, el atraso ocasionado por el atrincheramiento en ideologías arcaicas que, lejos de contribuir a la resolución de los problemas, nos hunden en abismos retóricos, inútiles a la población, pero beneficiosos a los políticos sin escrúpulos.
¿Cuál es la fórmula para resolver los conflictos de la zona?, pregunta el exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente, a sus entrevistados: escritores, políticos y académicos, todos participantes del Foro Iberoamericano celebrado en México en el 2006. La respuesta es unánime: Hay que aprender, impulsar la cultura, invertir en el conocimiento… hay, en pocas palabras, que educar.
En este contexto, señalan los entrevistados por de la Fuente, la única solución vendrá a partir de que los ciudadanos crezcan en el convencimiento de que la democracia no resolverá per se las inequidades existentes en esta parte del mundo, si no que devendrá a partir de la posición crítica y responsable de todos los actores sociales. En este marco, las escuelas de todos los niveles, pero sobre todo las Universidades, deben abandonar sus actitudes conservadoras ─disfrazadas de radicalismos de izquierda─ y entender que sólo el análisis, el trabajo y la aplicación práctica del conocimiento, podrá permitir una mejor distribución de la riqueza y, el consecuente, mejoramiento del nivel de vida de los iberoamericanos.

Bibliografía: De la Fuente, Juan Ramón. Voces de Iberoamérica. Conversaciones con Juan Ramón de la Fuente. México, Taurus, 2007, 120 pp.

Sueños de un utopista

Creyente y apóstol de mundos quiméricos, licenciado en cánones ─posiblemente por la Universidad de Salamanca─, oidor de la Segunda Audiencia y, hasta su muerte en 1565, obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga figura en la Historia como un temprano impulsor de las libertades y la igualdad humana. Partidario de la Utopía forjada por Moro, Quiroga es el padre de un modelo político pacifista que contribuyó, más que las continúas guerras y la esclavitud, a la conquista espiritual de América y al mestizaje de la Nueva España.
Francisco Miranda, Doctor en Historia por la Universidad Gregoriana de Roma, presenta Vasco de Quiroga. Varón universal, breve radiografía de la obra y vida del fundador de Pátzcuaro y creador de los Hospitales de Santa Fe y el Colegio de San Nicolás.
Admirador del impulsor de una sociedad pluricultural y plurilingüística, Miranda se apoya en textos eclesiásticos del siglo XVI, diarios de conquista, biografías escritas por colaboradores cercanos al obispo y correspondencia personal, para esbozar de manera sencilla las labores y contrariedades a las que se sometió el hombre que se enfrentó al virrey Mendoza, desafió el poder de franciscanos y agustinos y obstaculizó los intereses de los encomenderos, en pos de la construcción de un universo ideal, donde los indígenas dejaran de ser esclavos y adquirieran el status de seres humanos.

Bibliografía:
Miranda, Francisco. Vasco de Quiroga. Varón universal. México, Jus, 2007, 168 pp.

Agustín Goenaga: un mundo establecido en el reino de los muertos

Una vez que la historia ha sido creada, ésta camina sola, se aleja de su autor, evoluciona bajo sus propias reglas y establece la dirección de su pequeño universo. Es este el momento en que, según escribió Víctor Hugo en su Promontorium Somnni, la pequeña reina Mab de Shakespeare cobra vida y decide abofetear a todos aquellos que en su pretendida “superioridad orgánica”, se atreven a espetarle en el rostro la idea de su inexistencia.
Los personajes, al principio símbolo o idea de un tipo humano, se visten de músculos, carne, nervios, y se convierten en individuos con “un corazón para amar, entrañas para sufrir, ojos para llorar y dientes para devorar o reír, una concepción psíquica que tiene el relieve del hecho y que, cuando sangra, sangra verdadera sangre…” (Victor Hugo. Manifiesto romántico).
Así son Alia o Cora, los pescadores, el tabernero, el soldado sin nombre o el toro que se enfrenta en una reyerta de carnaval a un lobo: habitantes umbríos de un mundo tenebroso materializado en La frase negra, metáfora del pensamiento de Agustín Goenaga, un escritor que, según declara él mismo en entrevista, lleva la oscuridad dentro sí.
Un autor, reflexiona el novelista, “es el insatisfecho, el quejumbroso que se siente incómodo en el mundo y se da a la tarea de hacer uno distinto, posiblemente dañado y frágil, pero que al menos es el suyo”. La frase negra, menciona al respecto Goenaga, es el pequeño universo resultante del intento de lo invisible por expresarse a través de algo tangible, “es una experiencia que se trata de describir, con cierta desesperación, por medio de las palabras, pero que, dada su naturaleza abstracta, es demasiado inasible para ser enunciada.”
La novela, editada por Era y el Consejo Nacional para la Cultura y la Artes (Conaculta), nació de la idea de reproducir en una historia, una sensación que, tal vez, se pueda explicar con la siguiente cita extraída de La frase negra: “la vida se mira de frente, la muerte en cambio es una estrella que sólo brilla cuando se mira de soslayo.”
A partir de ahí, explica Goenaga, fue que la historia cobró forma y los personajes adquirieron nombres e identidades. “Una de las primeras imágenes que tengo de la idea original del libro es la de un sujeto tendido en un arroyo de poca profundidad, donde el agua apenas le cubre el cuerpo. Desde ahí abre los ojos y observa una luna gigantesca que no puede distinguir con claridad. Alcanza a ver las formas, pero las figuras y los colores están difuminados a causa del agua. El hombre abre la boca para decir algo, le entra el agua a los pulmones y comienza a toser, por ello se ve obligado a sacar la cara del arroyo, es éste el momento en que descubre las formas con toda claridad y es aquí, también, donde surge el dilema que desata la trama del libro: una vez vista la realidad, ¿cómo volver a taparse los ojos?, ¿se quedará afuera y morirá de asfixia o volverá a vivir en ese mundo subacuático donde la belleza está diluida?”
Admirador de escritores tan disímiles como Shakespeare, Dostoievski, Faulkner y Rulfo, Goenaga confiesa que al redactar la Frase negra intentó crear uno de esos universos fantásticos nacidos en papel y tinta, que pronto influyen por su fuerza al mundo real. “Se trataba de mantener esa sensación de incertidumbre, estamos en un paréntesis, en una herida del tiempo, donde es más fácil encontrar la desnudez de las cosas.”
Plagada de elementos mitológicos griegos, el escritor explica, que la novela está contextualizada en un puerto, espejismo del “reino de los muertos”, apto para convertirse en un espacio de revelación: “aquí las metáforas se reflejan mutuamente” y muestran de una forma física lo sucedido en la psique de los pobladores de ese pequeño mundo inundado por la bruma marina.
Para el joven escritor de 23 años, nacido en el Distrito Federal y radicado en Guadalajara, el apoyo recibido por Era, en colaboración con Conaculta, y la publicación de la Frase negra son una muestra de que en México, la literatura aún puede abrirse caminos por sí misma, sin necesidad del apoyo que le puedan brindar las relaciones sociales, o el impulso de consideraciones comerciales.
“Yo envié el manuscrito a la editorial hace ya tiempo y dos años después, cuando vivía en Finlandia, recibí un correo donde me preguntaban por la disponibilidad de los derechos. Eso me hizo pensar en que todavía existen libros que se sostienen solos”, reflexiona el autor.
Por ahora, el también licenciado en Relaciones Internacionales se ocupa de dar forma a su nueva novela, obra que estará situada en Helsinki y donde tratará de capturar el ambiente y las concepciones de los habitantes de esa latitud, a la que él mismo perteneció hace algún tiempo.

El mundo según Magris

Trieste, lugar atemporal donde “todo coexiste y es contiguo”, según la definición de la ciudad natal hecha por el novelista Claudio Magris, es el paisaje detrás, frente y dentro del cual, el creador de Microcosmos, escribió por tres décadas una serie de ensayos (originalmente publicados en Il Corriere Della Sera) que extraen la esencia de obras de difusión mundial creadas bajo el influjo de diferentes épocas y corrientes artísticas.
El tallo entre las piedras, compilado y traducido por María Teresa Meneses, presenta una colección ensayística donde Magris aborda tópicos de trascendencia universal, empleando como pretexto el análisis de filmes, fotografías, exposiciones museográficas y libros que van desde las líneas inundadas de razón, disfrazada de locura, de Erasmo de Rotterdam, hasta la obra periodística y la critica al totalitarismo de Ryszard Kapuscinsky, sin dejar de lado la prosa romanticista de Novalis y Bettina Brentano o las concepciones políticas y utópicas de Tomás Moro.
Profundo observador de su entorno inmediato y de aquel trazado en las páginas de los libros, el escritor de Danubio teoriza acerca de los miedos y derrotas personales, tan frecuentemente aludidos en los trabajos de Conrad, pero también sobre la tendencia de unos cuantos a anteponer la conciencia de la justicia sobre la integridad personal, todo ello mediante el rescate de textos que, desafiando todo clasicismo, han roto con los paradigmas temáticos y estilísticos de sus tiempos y se han abierto paso, cual tallo en las piedras, entre los conservadurismos imperantes y las letras estériles, para denunciar males mundanos y etéreos y mostrar el espíritu de lo auténticamente humano.

Bibliografía:
Magris, Claudio. El tallo entre las piedras. México, Ediciones Cal y Arena, 2007, 392 pp.

Depredación artística

Las revisiones históricas acerca de la Segunda Guerra Mundial generalmente pasan por alto el trabajo realizado por los “hombres de Monumentos”, funcionarios de bajo rango militar que, lejos de los frentes de batalla, protagonizaron luchas diferentes contra la codicia, la purga del arte “degenerado” y la ignorancia de los funcionarios del Tercer Reich y los ejércitos aliados y del Eje, quienes encabezaron la destrucción masiva y el saqueo de, hasta ahora, una incalculable cantidad de objetos artísticos europeos, patrimonio de la cultura occidental.
Ensayo histórico nutrido de técnicas narrativas propias de la novela, El saqueo de Europa escrito por la historiadora en arte y colaboradora de la National Art Gallery, Lynn H. Nicholas, presenta al lector un relato documentado acerca de las dificultades enfrentadas por cientos de conservadores de museos, coleccionistas y arquitectos, estudiosos del arte que asumieron la responsabilidad de salvar, de los distintos grupos beligerantes, tesoros que van desde el Oro Troyano hasta las pinturas de Picasso o Gauguin.
En su libro, Nicholas hace un recuento de las acciones, en materia artística, de hombres como Hitler o Hermann Goering, cuya depredación en las principales capitales europeas pudo haber causado la irreparable pérdida de miles de obras artísticas que, gracias a un puñado de personas, lograron salvarse sólo para más tarde convertirse en peones de la diplomacia de posguerra y el enfrentamiento a ambos lados del Telón de acero.


Bibliografía:
Nicholas, Lynn H. El saqueo de Europa. Barcelona, Ariel, 2007. 602 pp

Criticón criticado

Observador, cronista y crítico mordaz de la dinámica social mexicana, Carlos Monsiváis, llamado irónica y comúnmente “el arroz de todos los moles”, ha generado en torno a sí mismo, una serie de mitos relacionados con su vida y producción literaria. Sus opiniones, estilo y el empleo de un género híbrido, intermedio entre la crónica y el ensayo, propiciaron el surgimiento de una serie de estudios interdisciplinarios, simulacros de análisis de su compleja y heterodoxa creación que más allá de ofrecer a los lectores una visión crítica de una labor iniciada hace casi 60 años, la encumbran y celebran.
Los compiladores, Mabel Moraña e Ignacio Sánchez Prado, reunieron, en una coedición de la UNAM y Ediciones Era, una colección de ensayos de autores que, en los últimos 20 años, se han abocado al estudio de distintos aspectos de la obra del autor, análisis que van desde el examen de sus recursos estilísticos, hasta el desentrañamiento de las influencias literarias y políticas de quien es considerado el heredero de Salvador Novo.
El arte de la ironía. Carlos Monsiváis ante la crítica, podría ser una invitación a leer el trabajo del cronista de la cultura mexicana; sin embargo, el tratamiento de los temas abordados, el uso de tecnicismos y la repetición argumentativa de los distintos ensayistas, hacen de la compilación un libro tedioso y de difícil lectura que, al contrario de ofrecer una crítica sobre la creación de Monsiváis, elabora una apología a su obra y personalidad.



Bibliografía:
Moraña, Mabel e Ignacio M. Sánchez Prado, Comp..El arte de la ironía. Carlos Monsiváis ante la crítica. México, Universidad Nacional Autónoma de México y Ediciones Era, 2007.

Pensamientos de terrorista

El recrudecimiento de los atentados terroristas y la respuesta gubernamental a ellos han propiciado, en las últimas décadas, el surgimiento de una serie de análisis académicos, políticos y periodísticos orientados a desentrañar las “causas últimas del fenómeno” y a crear homogeneizaciones que permitan comprender y prevenir el surgimiento de nuevas organizaciones paramilitares. Los psicólogos no han logrado sustraerse a la tendencia y han heredado al ámbito académico, trabajos de cuestionable rigurosidad científica abocados a concluir la “anormalidad” psicológica de los terroristas.
Esta postura es cuestionada por John Horgan, catedrático del Departamento de Psicología Aplicada del University College of Cork, en Psicología del terrorismo, obra que, al contrario de lo que pudiese indicar su nombre, no es un manual útil a aquellos lectores interesados en descubrir la mentalidad de los atacantes de Al-Qaeda, el IRA o las FARC; por el contrario, es una exhaustiva crítica a los autores que se han enfocado a la descripción de las “psicopatologías” de los integrantes de este tipo de asociaciones.
Al tiempo de denostar las deficiencias metodológicas de dichos trabajos, Horgan propone un nuevo enfoque de estudio para el fenómeno, la criminología, disciplina desde la cual se propone estudiar los procesos que llevan a un individuo a adherirse a un grupo terrorista, a participar en sus actividades y, finalmente, a tomar la decisión de separarse de él.
El catedrático lanza a los investigadores el reto de trascender la tentación de elaborar análisis totalizadores y a enfocarse en la creación de instrumentos útiles a la comprensión de las razones que llevan a un individuo a emplear la violencia, para defender su posición ideológica o su religión.


Bibliografía:
Horgan, John. Psicología del terrorismo. Cómo y por qué alguien se convierte en terrorista. Barcelona, Gedisa, 2006, 272 pp.

Al otro lado de la cerca

De forma inusual, el editor de El niño con el pijama de rayas, decidió usar la contraportada del libro ─normalmente empleada para explicar a los lectores el contenido de una obra─, sólo para hacer una invitación a la lectura, esto por una razón que en este espacio hemos decidido respetar: cualquier alusión al tema tratado arruinaría el efecto de la historia, hacerlo sería tan inadecuado como contar el final de la saga de la Guerra de las Galaxias a quienes aún no han visto los filmes.
Como sea, podemos asegurar que la novela del escritor irlandés John Boyne ─base de un futuro largometraje de Miramax/ Disney dirigido por Mark Herman─, pronto se convertirá en lectura de moda por su narrativa simple, accesible a cualquier tipo de público, y por la inocencia del protagonista, un pequeño que a sus nueve años es capaz de trascender los prejuicios inherentes al mundo donde está creciendo, para entender un hecho con frecuencia olvidado: un niño sigue siendo un niño a pesar de vestir con un pijama de rayas.
Texto repleto de imágenes que arrastran al lector de la hilaridad al temor, El niño con el pijama de rayas, puede ser descrito, simplemente, como el relato de las aventuras y los pensamientos de Bruno, el chiquillo que, a pesar de vivir feliz en su antigua casa, desde donde “poniéndose de puntillas y agarrándose de la ventana” podía ver toda su ciudad, se mudó al lado de una de esas cercas que, por nuestro bien, nunca más deben existir.

Bibliografía:
Boyne, John. El niño con el pijama de rayas. Sexta edición, Barcelona, Ed. Salamandra, 224 pp.

Cambio de vagón

Tras décadas de conflictos civiles protagonizados por los miembros más destacados de las logias masónicas, Porfirio Díaz (uno de los villanos favoritos de nuestra Historia) sentó las bases de un sistema social pacífico basado, sí, en la represión, pero también en una visión administrativa que lo llevó a iniciar el proceso de modernización de México, entendido como la introducción de mejoras tecnológicas en todos los campos productivos.
Rodeado de colaboradores identificados con el positivismo comtiano, Díaz y su ministro de Hacienda, Yves Limantur, pusieron en marcha la industrialización del país, atrayendo inversión nacional y extranjera, pero también, construyendo vías de comunicación que ayudaran a conectar los principales puertos del país, con la Ciudad de México, principal foco económico en una nación centralizada.
Antes que Díaz, personajes como Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada habían entendido la necesidad de mejorar los caminos del país, por ello intentaron, en repetidas ocasiones, la construcción del ferrocarril en el centro y sureste del país; sin embargo, sus intentos se vieron frenados por las invasiones extranjeras, las continuas pugnas internas y la falta de dinero, agudizada por la deuda externa.
Manuel Payno, funcionario federal durante los gobiernos reformistas y precursor del naturalismo hispanoamericano, defendió el proyecto de la construcción del camino de hierro en una serie de artículos aparecidos en periódicos como El siglo XIX de Zarco, espacio donde se ocupó de presentar consideraciones técnicas, económicas y sociales, orientadas a mostrar la conveniencia de instaurar una línea de ferrocarril que uniera a la capital con la ciudad de Puebla y el puerto de Veracruz.
Con el tiempo, las publicaciones, aparecidas con el título genérico “el camino de fierro imperial”, fueron desapareciendo de las bibliotecas y de la memoria popular, es por ello que el año pasado, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, se dio a la tarea de recopilar la obra del también autor de Los bandidos de Río Frío, para ofrecer a los lectores una pequeña muestra del debate político que hace dos siglos se libraba en el país, con el fin de trascender la miseria y sumisión a la que estaba acostumbrado el pueblo, tras trescientos años de dominación colonial y otros tantos de invasiones y hemorragias internas.

Bibliografía:
Payno, Manuel. Memoria sobre el ferrocarril de México a Veracruz. Obras completas. Volumen XX. México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 2007. 272 pp.

Libertad americana

La vida, escribió en Hojas de hierba Whalt Whitman, no sólo se configura a partir de grandes sucesos; por el contrario, las cosas simples, como la convivencia familiar, la admiración arquitectónica o la observación de las aves (símbolos de libertad), son las fuentes de las que se nutre la personalidad de cualquier ser humano. Así lo pensaba, también, Mary Mc Carthy ─escritora nacida en Seattle (1912) y muerta en Nueva York (1989) ─, quien en Pájaros de América da cuenta de la vida y preocupaciones de Peter Leví, un joven judío italo-américano, atrapado en los cambios sociales e ideológicos ocasionados por la guerra de Vietnam.
Considerada como una de las mejores novelas de la escritora estadounidense, Pájaros de América es el resultado de una doble construcción: la primera narrativa, donde se describe la existencia de un adolescente preocupado por la tecnificación de la sociedad donde creció y el amor casi edipico que le profesa a su madre, Rosamund. La segunda, es ideológica y se desarrolla a partir de las creencias y la forma de actuar de Peter, un kantiano declarado y educado bajo el principio de tomar “a las personas como un fin en sí mismas”, pero atado, por su timidez, a unirse a la lucha por los Derechos Civiles, tan en boga entre sus contemporáneos.
Tomado de la mano de Mc Carthy, el protagonista crece y al entrar en contacto con los adultos se da cuenta de que el “imperativo categórico” bajo el cual ha tratado de regir su vida, no es funcional en un mundo donde la realidad hace extenderse la certeza sobre la muerte de Dios y donde lo único que queda al final es la satisfacción de la libertad individual.


Bibliografía:
Mc Carthy, Mary. Pájaros de América. Barcelona, Tusquets, 2007, 380 pp.

Los pasos de Octavio en España

Vástago del mestizaje político y literario entre México y España, Octavio Paz, el poeta y ensayista responsable de una de las más atemporales y penetrantes radiografías de lo “mexicano”, cumplirá, en abril del año próximo, una década de desaparición física; sin embargo, su obra sigue siendo fuente obligada para la autocrítica y el examen de las distintas ideologías que durante 200 años de independencia han conformado nuestro “nacionalismo”.
Al igual que muchas otras plumas contemporáneas, el pensamiento y la obra del Premio Nobel de Literatura fueron configurados por la avalancha de “ismos” que dividieron al mundo en la primera mitad del siglo XX; pero a diferencia de la mayoría de ellas, Paz se reveló contra cualquier clase de totalitarismo ─aunque llevara el nombre de comunismo─, a favor de la libertad de pensar y crear un arte independiente a las marejadas políticas de la época.
Octavio Paz en España, 1937 es una recopilación del Fondo de Cultura Económica que muestra la evolución intelectual del también ganador del Premio Cervantes, así como la formación política y humanística que éste recibió en España durante la Guerra Civil, experiencia juvenil que determinó los senderos de su quehacer literario y forjó su carácter y presencia. La selección, realizada por Danubio Torres Fierro, comprende una serie de ensayos, entrevistas y poemas que giran alrededor de la lucha peninsular contra el franquismo y sirven al lector de referentes para acercarse a la obra completa del hombre que a sus 23 años intentó enrolarse al ejército y descubrió ser más útil con una máquina de escribir que con un fúsil.

Bibliografía:
Torres Fierro, Danubio (Selec.). Octavio Paz en España, 1937. México, Fondo de Cultura Económica, 2007, 170 pp.

El amor en tiempos de Peste

De nada sirvieron las sangrías efectuadas por los médicos de Oxford, tampoco los cataplasmas de excremento de cabra extendidos sobre los bubones, mucho menos las oraciones pegadas al cuerpo de los enfermos y el emplazamiento del hospital a un lado de la catedral: un comerciante de paño, modelo incipiente del futuro industrial de Inglaterra, es el primer siervo del rey Eduardo, en Kignsbridge, que contrae la Muerte Negra, la gran peste que asoló a la Europa del siglo XIV; después de él, miles de personas murieron ante la mirada desesperanzada de quienes, aterrados, aguardaban su turno para unirse a las filas de cadáveres acumulados en las calles.
Con la epidemia y la invasión de Inglaterra a Francia como fondo, el escritor galés Ken Follet da cuenta de las oscuras maquinaciones de los habitantes del priorato de Kignsbridge, católicos supersticiosos, adheridos al rey, al obispo y a Roma que tras su aparente religiosidad y moral, esconden ambición, odio, lujuria y deseos de venganza heredados.
En Un mundo sin fin, continuación de Los pilares de la Tierra (1989), Follet toma como pretexto los conflictos políticos entre Estado e Iglesia y los inherentes a la vieja aristocracia y el naciente mundo capitalista, para presentar una historia de amor con final feliz que se entrelaza ─mediante una narración tradicional afectada, en varios pasajes, por el empleo recurrente de lugares comunes─ con una serie de acontecimientos históricos que determinaron el escenario geopolítico medieval y renacentista.


Bibliografía:
Follet, Ken. Un mundo sin fin. México, Plaza y Janés, 2007,1184 pp.

El otro lado de Jeckill

¿A qué vienen los lloros y los amargos devaneos? Demasiado complejo es el mundo, para permitirnos deshacer las horas en infaustas premoniciones y en quejas propias de plañideras. La vida, escribió Robert Louis Stevenson, es “tan sólo un momento en la existencia del silencio eterno”, por ello, lo más sensato es recorrerla con alegría, acompañados del bullicio de los niños, los claroscuros de un paisaje, un libro y, por supuesto, ces triplex circa pectus (“Tres láminas de bronce alrededor del corazón”, como lo exigía el latino Horacio), para no olvidar que, muchas veces, es necesario un poco de locura que dé tregua a la razón.
Demonios polinesios, tesoros escondidos en una isla de los mares del sur, una sombrilla para soportar el clima de Londres y un buen nombre que, más allá de nuestros meritos, nos lleve a remontar la escala social, son todos elementos que, según el autor del Extraño caso del doctor Jeckill y mister Hyde, nos pueden recordar, con una sonrisa, lo verdaderamente trascendente en la Tierra.
Con un dejo de sarcasmo y un guiño de complicidad al lector, en Memoria para el olvido, una serie de ensayos editados por Alberto Manguel, Stevenson habla acerca de los pequeños milagros de lo cotidiano, las quiméricas formas de los sueños humanos, los buenos libros, los excelentes escritores y las técnicas estilísticas que han de adoptar los novatos en las letras, si no desean convertirse en un “plumilla patizambo de muñeca floja”, incapaz de acercarse, aunque sea someramente ─pues ni aun Shakespeare pudo lograrlo─ a la verdad inacabable, monstruosa e ilógica que es la vida.

Bibliografía: Stevenson, Robert Louis. Memoria para el olvido. Fondo de Cultura Económica y Ediciones Siruela, México, 2008, 350 pp.

Yo tengo tentación de un beso…

No cabe duda: “una como sea, pero los niños…”, y es que la educación ya no es como en mis tiempos, cuando el solo hecho de encender la televisión implicaba acercarse a modelos de educación moral y sentimental tan arrebatadores, que ya hubiesen querido comprender Sócrates o Platón para poder explicarlos a sus aristócratas discípulos. ¿A qué me refiero? recordemos: entender la filosofía de los griegos, nos costó a muchos, perder valiosas horas de nuestros años mozos; sin embargo, nadie podía tardar demasiado (a menos que en lugar de ver la película, estuviera ocupado en otras cuestiones didácticas con su compañero de sofá) en asegurar e incluso jurar ─claro, por la virgencita de Guadalupe─ que Pepe “el Toro” era inocente.
Al conocido ritmo de “Amorcito corazón”, “la chorreada” y su carpintero nos mostraron el concepto del amor eterno; por su parte, Sarita García, doña Libertad y, por supuesto, Marga López nos enseñaron que madre sólo hay una ─por fortuna, pues ¿quién aguantaría más?─. De esta forma, nosotros crecimos rodeados de virtuosos ejemplos acerca de la forma correcta de vivir, llorar, enamorarse, sufrir decepciones y morir, actividades, todas, enmarcadas por música de trío o mariachi proveniente de no se sabe donde, pero cuyo volumen aumenta en los momentos más álgidos de la existencia.
Por desgracia, con el tiempo todo se transforma y ahora es más difícil encontrar ejemplos de amor incondicional y desinteresado; a cambio de eso, vemos a nuestros jóvenes enredarse en cruentas relaciones, cuyo principal objetivo es la satisfacción de los deseos carnales ─Dios nos preserve de cometer semejantes bajezas… y de que alguien se entere─. Sin embargo, siempre es posible encontrar ejemplos aislados de personas que al sonido de “La gloria eres tú”, emprenden ardorosas batallas contra la sociedad y el destino, para defender el Amor (así con mayúscula), tal es el caso de Alex y Axel, dos novios gay que abandonan todo, para refugiarse en el idilio ofrecido por un hotel de paso.
Melodrama, novela del escritor guerrerense, Luis Zapata, satiriza, al tiempo que disfruta, las características verbales y sentimentales de las películas y novelas rosas, travistiendo los roles tradicionales de la filmografía de la época de oro y valiéndose de la explotación y burla de las costumbres y valores tradicionales de la “buena” sociedad mexicana.

Bibliografía:
Zapata, Luis. Meldrama. México. Quimera. 2008. 104 pp.

Escapar del laberinto

“Yo soy” dice Dios y, con ello, escapa a la relatividad, al incomprensible éter de la existencia. Sólo Él ─desde la óptica monoteísta judeo-cristiana─ no ha sido ni será otro, Él es en presente, aunque el verbo sea sometido a conjugación en todos los tiempos. Los demás, los nunca completos, debemos aprender que somos perfectibles: a cada instante morimos para convertirnos en otros; la persona que nace, aunque lleve un sólo nombre, nunca será la misma que baje a la tierra.
Este continuo desplazamiento del yo dentro del cuerpo, nos enseña que no es suficiente la desaparición y surgimiento de mis otros yo, sino que la razón de mi esencia y el concepto que de ella tenga, está condicionada por la derrota de la soledad, es decir, por la comunión que establezca con un tú, un ser humano que, al nombrarme y pensarme, determine mi espacio y vocación en el mundo y, al sentirme, rompa la vacuidad de la inexistencia, esto es, según Octavio Paz, el amor.
A diez años de la muerte del Premio Nóbel de Literatura, aún resulta difícil comprender el significado oculto tras sus versos y prosa; por ello, resultan interesantes las explicaciones que buscan trascender lo evidente y encontrar interpretaciones alternas a los tópicos planteados en sus obras: el ser, la soledad, la alteridad y el amor.
Rafael Jiménez Cataño, profesor de la Universidad de la Santa Cruz (Roma), ofrece en Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz, una visón alterna ─mediada por el convencimiento de que la poesía es manifestación pura del lenguaje─, sobre las creaciones del autor del Laberinto de la soledad, donde la comprensión del ser, se convierte en el eje de un análisis que hace de Paz, un poeta, cuya obra se centra en la convicción de que el amor, condensación espiritual de otredades, es la única manera posible de comprender la existencia propia y romper las ataduras de la soledad.

Bibliografía:
Jiménez Cataño, Rafael. Lo desconocido es entrañable. Arte y vida en Octavio Paz. México, Ed. Jus, 2008, 224 pp.

Chismes de salón

Jeanette Muñoz

Entre los habitantes de la Europa medieval circulaba una leyenda, siglos más tarde retomada por Goethe en su Fausto, que contaba la obsesión de un estudioso por poseer el conocimiento total del universo. En su monomanía, el hombre decidió ceder su alma a Mefistófeles, el diablo, a cambio del dominio sobre las ciencias humanas y divinas.
En los albores del enciclopedismo, el conocimiento dejó de ser un fin en sí mismo y se convirtió en un medio para obtener riqueza, poder y el reconocimiento de las elites intelectuales de las diversas naciones, así como de la aristocracia y la naciente burguesía ávida de novedades útiles para la diversión en los salones.
La vanidad intelectual, alimentada por la continua adulación de un público europeo profano, propició el surgimiento de hombres de ciencias y letras corrompidos por toda clase de excentricidades que, muchas de las veces, opacaban sus descubrimientos y aportaciones al saber humano. La filósofa y escritora francesa, Élisabeth Badinter, ofrece en Las pasiones intelectuales una revisión del carácter y las debilidades que forjaron la vida y el mito de figuras de la filosofía, la política y la ciencia del siglo XVIII en Francia.
Basada en obras de la época, diarios íntimos y correspondencia entre los intelectuales y damas de la aristocracia francesa, Badinter revela a los lectores la dimensión humana de personajes como el escritor Voltaire, el astrónomo Maupertius y el matemático D’Alembert, entre muchos otros, cuyas pasiones los convirtieron, durante décadas, en tema de las conversaciones de sobremesa y en blanco del cotilleo en los salones parisienses.


Badinter, Élisabeth.Las pasiones intelectuales.1. Deseos de gloria (1735-1751).Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, 512 pp.

Oscuridad en el carnaval

La frase negra, novela oscura desde el título hasta la contraportada, es la opera prima de Agustín Goenaga, joven escritor que ofrece al lector una historia contextualizable en cualquier parte del mundo, surcada de personajes atormentados por tópicos de trascendencia universal, como el amor, la transición entre la vida y la muerte, y la obsesión generada por las concepciones de la existencia y el ser.
Una noche de carnaval es el punto de confluencia de varias personas de vidas disímiles que tienen en común el destino de la muerte en sus diferentes formas: el desamor, el olvido, la despedida y la desaparición física, metafóricamente atribuida al mar, elemento que según Herman Melville, en voz del abrumado Ismael, posee el doble y antitético poder de curar el alma o enloquecer a los hombres lastrados con el dolor.
Mediante una narrativa alimentada de metáforas y saltos en el tiempo, Agustín Goenaga crea un universo donde la oscuridad del ambiente se confunde con las sombras surgidas del estado anímico de un muchacho enamorado de la esposa de su hermano, la angustia de un pescador perseguido por el recuerdo eterno de una mano invisible, y los presagios de una pareja atada, por sus dudas y temores, al Jonás bíblico y a un leviatán que los sustrae de la realidad y los encierra en un mundo que se convierte en su vida e infierno.
En el futuro será necesario seguir la pista a esta joven pluma, nacida en el Distrito Federal y radicada en Guadalajara, para observar su evolución estilística, pero sobre todo para que nos adentre en nuevos universos habitados por seres que bien pueden ser los vecinos de cualquier y ninguna parte.

Bibliografía:
Goenaga, Agustín. La frase negra. México, Ediciones Era/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2007, 232pp.

¡Ay, mis hijos….! ¿Dónde están mis hijos?

¿Quién de nosotros se resignaría a enclaustrarse un viernes o sábado por la noche sólo para arrodillarse y musitar un Padre Nuestro detrás de la puerta, bien atrancada, tras oír el toque de las doce en el reloj de la catedral? el que haya levantado la mano, bien puede pedir audiencia con monseñor para confesar el haber mentido, primero porque el ruido del constante tráfico nos impide escuchar el toque de medianoche y, segundo, porque ahora el alma en pena de alguna beata vestida de negro o la quejumbrosa ánima de la Llorona ─cuyas presencias mantenían a los pobladores de la otrora Nueva España con el “Jesús en la boca”─ no son capaces de impedir que vayamos a alguna de las casas de mala nota de esta “muy noble y leal ciudad”.
El cronista, literato, Artemio de Valle-Arizpe logra, mediante su prosa pletórica de barroquismo, transportarnos a los rincones oscuros del México virreinal, para darnos a conocer los temores y concepciones de una sociedad profundamente católica, atrapada entre la veneración a la virgen y a los santos y la conciencia de los pecados cometidos, faltas que no eran purgadas con la muerte, sino que eran arrastradas hacia la otra vida y condenaban a sus dueños a deambular por las callejas llevando consigo el llanto y la muerte.
Historias de vivos y muertos. Leyendas, tradiciones y sucedidos del México virreinal. Apareció por primera vez en Madrid en 1936 y fue reeditado en nuestro país en 1947 y posteriormente en 1981. El año pasado, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes realizó una nueva edición donde se incluyen 31 narraciones sobre aparecidos y sucesos milagrosos presentados bajo la particular óptica del escritor saltillense, quien con su obra logró apartarse de la Historia que de ordinario encontramos en los libros, para mostrarnos las pasiones, dolores y creencias de los capitalinos de otros tiempos.


Bibliografía:
Valle- Arizpe de, Artemio. Historias de vivos y muertos. México, Ábside, 2007, 200 pp.

Mao o menos

El 2 de septiembre de 1976, los miembros del Politburó del Partido Comunista Chino desfilaron uno a uno frente al cadáver de Mao Zedong, hombre de política, estratega militar, filósofo, poeta e indiscutible líder ─durante casi tres tercios del siglo XX─ de la cuarta parte de la humanidad. La muerte del camarada Mao abrió para el pueblo chino, la posibilidad de instaurar un sistema gubernamental y económico, sino del todo liberal, sí libre de las ataduras medievales impuestas por las diferentes dinastías que se turnaron en el trono del país asiático y por el Partido Nacionalista Chino, el Guomindang.
A poco más de tres décadas de su desaparición física, aún sigue siendo difícil comprender el pensamiento y las acciones de un hombre que forjó en torno a sí mismo un culto popular que degeneró en la idolatría de un pueblo sometido por el terror, la hambruna y la guerra civil. Philip Short, corresponsal de medios como la BBC y la Associated Press, intenta, con Mao, desmitificar la figura del marxista-leninista que, en plena Guerra Fría, se atrevió a desafiar militarmente a Estados Unidos e ideológicamente al Comintern de Stanlin.
En un millar de páginas, Short resume los 80 años de vida de quien, en Shoashan, nació siendo hijo de una familia campesina y quien, con el tiempo, se convirtió en uno de los personajes políticos más emblemáticos del siglo pasado, precursor de la Revolución Cultural China y responsable, por lo menos, de la muerte de cuatro millones de personas.

Bibliografía:
Short, Philip. Mao. Barcelona, Biblioteca de bolsillo, Crítica, 2007. 1047 pp.

Súplicas al viejo mundo

Si contentase a Dios perdonar los yerros de aquellos hombres de la vieja patria, la España lejana que, por gracia de su majestad y el descubrimiento de Indias, era acosada por la mucha necesidad y hambre de cristianos viejos e infieles, los hubiera mandado a las nuevas tierras donde hallaran el contento de la holgura y no sufriesen por el dolor de la ausencia de esposas, padres e hijos que quedaban allá en el terruño, ajenos a la suerte de soldados, artesanos y religiosos que mudaron el calor del hogar por chácaras de coca, maizales e indios en encomienda.
En un fondo documental privado de Sevilla fueron encontradas, en 1988, 650 cartas íntimas que ilustran los proyectos y visiones que los emigrantes españoles de tercera y cuarta generación tenían acerca de su futuro en América; las epístolas reunidas por Enrique Otte en Las cartas privadas de emigrantes a Indias, a diferencia de otras colecciones hechas por Justo Zaragoza, Francisco del Paso y Raúl Porras Barrenechea, permiten conocer los rasgos de carácter, pasiones y debilidades de españoles humildes que decidieron cruzar el Atlántico para trascender la miseria que sus abuelos y padres les habían dejado por hacienda.
Estos documentos, escritos entre 1540 y 1616, son analizados ─podría decirse que también prologados─ por el doctor honoris causa José Luis Martínez en El mundo privado de los emigrantes en Indias, libro donde el fundador de la cátedra Alfonso Reyes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, se da a la tarea de explorar y contextualizar diferentes tópicos que van desde la política española en el siglo XVI hasta las peculiaridades estilísticas de las decenas de hombres y mujeres, a la par melancólicos y jactanciosos, que reclamaban a su familia unirse a ellos para forjar una nueva existencia al otro lado del mar.

Bibliografía:
Martínez, José Luis. El mundo privado de los emigrantes en Indias. Segunda edición, México, Fondo de Cultura Económica, 2007,98 pp.

Información para elegir

Recordemos: El 26 de abril del 2007 se aprobó y publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal un decreto por el cual se despenalizaba el aborto y se dejaba al libre albedrío femenino la interrupción del embarazo. La discusión en torno a la reforma, alcanzó tal punto que algunos diputados, opositores a esta modificación, se declararon “a favor de la vida” y, con el objeto de defender sus argumentos, amenazaron de muerte a quienes disentían de su postura.
Desde esa fecha, muchas han sido las páginas que se han escrito al respecto y muchas, también, las personas que se han pronunciado, en los distintos espacios de los medios de comunicación, a favor o en contra de las nuevas disposiciones. La reciente noticia sobre una joven de 15 años que falleció mientras le practicaban un aborto en el Hospital Balbuena, ha renovado la actividad de los representantes de las distintas posturas acerca del tema, religiosos o liberales que, dejando de lado la crisis individual que genera la decisión de interrumpir un embarazo, condenan y descalifican a sus contrincantes.
En un esfuerzo por ayudar a las interesadas a elegir de una forma responsable, los periodistas Julieta Lujambio y Jaime Coello presentan una serie de entrevistas, intercaladas con una obra teatral, que muestran el punto de vista de una científica, una religiosa, un abogado y un psicólogo, especialistas cuya contribución puede ayudar a resolver el dilema al que, en la actualidad, se enfrentan cientos de mujeres.

Bibliografía:
Lujambio, Julieta y Jaime Coello. El vuelo de las cigüeñas. México, Jus, 2007, 92 pp.

¿Qué comen los pegasos?

Al escucharme, todos piensan que estoy loca, mas puedo jurar que en el jardín de mi casa vive un perro de hierba, con los ojos verdes, las orejas verdes y un complejo sistema óseo de madera. Cuando se enoja, me muestra sus colmillos, también verdes, pero lo más usual es que esté de buen humor y corra a mi lado, meneando su cola de hojas, para que le dé un poco de agua. Por ello, me tranquilizó saber que el escritor René Avilés Fabila, periodista, colaborador de este diario y director del Universo del búho, tiene como mascota a un unicornio y que su primo Julián posee un minotauro.
El bosque de los prodigios, libro heredero de los bestiarios de Arreola y Borges, es el resultado de la investigación taxonómica y mitológica realizada por Áviles, con el objeto de mostrar a los lectores las concepciones religiosas y sociales de los pueblos mesoamericanos, cuya imaginación permitió la existencia, hasta el arribo de los españoles, de una fauna extraña y misteriosa que, en convivencia con los humanos, configuró un mundo donde lo caótico es la norma y la quimera, el paradigma de la vida.
Tomando como pretexto la teología y concepción cósmica de los pueblos del Anáhuac y la península de Yucatán, el también autor de Los animales prodigiosos, configuró una zoología agresiva y a la vez mágica, capaz de mostrar la complejidad cultural de las civilizaciones precolombinas, al tiempo de espetarnos en el rostro, la imposibilidad humana para comprender todos los misterios encerrados en la naturaleza y en nuestra propia mente.

Bibliografía: Avilés Fabila, René. El bosque de los prodigios. México, Ed. Patria, 2007, 200 pp.

El amor en los tiempos de la red

El amor, según algunos, no es más que un vuelco inesperado del corazón en el momento menos oportuno: el cerebro falla, la voz no sale y las palabras nunca llegan. García Márquez, para no irnos tan lejos, señaló ─con gran acierto─ que el amor produce los mismos síntomas que el cólera: dolor de estómago, fiebre, pulsaciones aceleradas y, a uno que otro, vómito. Debemos, además, entender que el amor, como todo lo humano, es mutable: la señorita Josephine March de Alcott, por descocada que fuera, nunca llegaría a los extremos de las “cándidas” estudiantes de secundaria de nuestros tiempos.
Ahora bien, ¿cómo describir a los jóvenes el nerviosismo, la emoción que generaba la sola vista del cartero? Aún se escriben largas esquelas amorosas, pero es imposible tratar de establecer paralelos entre la letra temblorosa que trataba de ocultar las más intrincadas pasiones, y el frío conjunto de signos en “Times” o “Arial” que aparece en nuestro monitor, cuando, por ventura, alguien decide dedicarnos unas palabras, las cuales no necesariamente han de ser un elaborado requiebro; pues más que amor, en estos días se solicita sexo.
Vamos más allá: antes, para que una persona nos quitara el sueño, era necesario conocerla; ahora, la Internet permite tener relaciones ¿emotivas? con gente que nunca antes hemos visto, de la cual no hemos escuchado nada y de quien no podemos asegurar ni siquiera su nombre. El amor intangible, obra de René Avilés Fabila, habla de esta “evolución de las maneras de amar”, a través de la historia de un cibernauta anónimo que inicia un intercambio epistolar con una dama igual de desconocida. Un ordenador les ayuda a vencer el temor al rechazo, a superar el vértigo generado por un acercamiento incierto; sin embargo, la moraleja es clara: lo que se gana en seguridad, se pierde en vida y nada, a despecho de los ascetas, puede superar el placer efímero de una mirada o la alegría surgida ante el infantil triunfo de un beso robado.

Bibliografía:
Avilés Fabila. René. El amor intangible. México, Axial, 2008, 94 pp.

Lucha de clases en la tierra del tango

Saqueos, “cacerolazos”, seis muertos, 108 heridos y 328 detenidos en Buenos Aires, fueron sólo el detonante de una crisis largamente anunciada: el 19 de diciembre del 2001, Fernando de la Rúa presentó su renuncia a la presidencia de Argentina; días después, asumiría el poder Adolfo Rodríguez Saa, interino apoyado por el peronismo, quien según más de uno, había “vendido su alma al diablo” al aceptar la difícil encomienda de regresar el control a una nación de economía desvencijada, agobiada por el hambre y el fantasma de la guerra civil, y desmoralizada por las múltiples denuncias de corrupción y genocidio contra los más altos círculos del gobierno.
Desde esa fecha, se han sucedido en el poder tres personas distintas, las dos últimas con el mismo apellido y con la clara intención de alinearse a la “izquierda bolivariana” enarbolada por Hugo Chávez.
Los intelectuales del país sudamericano aún no acaban de resolver la incógnita: ¿cuál fue la fórmula que desencadenó el caos?, para la socióloga de la Universidad de Buenos Aires y doctora de la Sorbona, Mónica Peralta Ramos, la respuesta es inequívoca: la eclosión del eterno conflicto entre las clases sociales.
En La economía política argentina: poder y clases sociales (1930- 2006), Peralta trata de explicar, a la luz de las doctrinas marxistas, los momentos coyunturales de la Historia argentina desde 1930, año, en que según la autora, la sociedad de ese país sufrió un vuelco con la aparición del sindicalismo y el consecuente surgimiento de la “consciencia obrera”, elemento cultural que ha propiciado, entre otras cosas, la confrontación de los distintos grupos que aspiran a convertirse en los dirigentes de un Estado capitalista, cuyo mayor peligro consiste en ser una de las tantas periferias de las que depende el desarrollo de la economía de los países de centro.

Bibliografía:
Peralta Ramos, Mónica. La economía política argentina: poder y clases sociales (1930- 2006). Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007. 456 pp.

Crecimiento responsable

La modificación del paisaje global y la consecuente alteración del equilibrio ecológico que supuso la transición del feudalismo al capitalismo fue, durante muchas décadas, considerada una secuela secundaria del proceso de industrialización; sin embargo, el replanteamiento de las necesidades e interacciones económicas mundiales ha propiciado la comprensión, por parte de gobierno, productores y sociedad en general, de que sólo la aplicación de un modelo de desarrollo basado en la sustentabilidad, garantizará la permanencia del sistema y la sobrevivencia de la especie.
Nunca antes en la Historia, un modo de producción había sido capaz de poner en entredicho la seguridad y permanencia de nuestro hábitat, por ello, más importante que comprender las lógicas con las que operan los mercados, es entender los mecanismos de su inserción en sistemas más amplios que, aunque aparentemente no influyen en el intercambio de bienes y dinero, determinan las formas que estos adoptan.
Ángel Martínez González- Tablas, catedrático de la Universidad Complutense, expone en Economía política mundial. II. Pugna e incertidumbre en la economía mundial, los procesos que históricamente dieron lugar a la aparición de los diferentes actores del sistema de producción capitalista, discurso que explica, en buena medida, las características actuales de los países de mayor desarrollo en el mundo, todo inserto en el marco de la responsabilidad social y ecológica que deben adoptar los dueños de los capitales, a fin de establecer un equilibrio entre la “ganancia” y la vida.

Bibliografía: Martínez González- Tabla, Ángel. Economía política mundial.II. Pugna e incertidumbre en la economía mundial. Barcelona, Ed. Ariel, 2007, 384 pp.

Álbum familiar

Nell soñaba con cortinas blancas de encaje en la ventana de la cocina, con centros de mesa formados de helechos y flores recién cortadas del jardín y, por supuesto, con un esposo y unos hijos que se abrazaran y sonrieran, como si estuviesen eternamente posando para la colorida página de una revista de sociales. Con el tiempo, Nell se dio cuenta de que su vida no debía ser una copia exacta de los modelos de virtud femenina de Jane Austin y entendió, también, que hay muchas formas y caminos para convertirse en la loca y melancólica Ofelia, quien un buen día decidió arrojarse al río para cantar, mientras los borbotones de agua penetraban en sus pulmones.
Nell comprendió desde joven que la vida es simple y que las grandes historias no sólo han de hablar de hechos y personajes descomunales. Nell es feliz con su trabajo anónimo de correctora de estilo, su hermana, sus libros, su mesa vieja pintada de anaranjado y su regordeta y poco eficiente yegua. Nell y su familia, como todos los seres humanos, sufren; sin embargo, su creadora, la escritora canadiense Margaret Atwood, quiso dotarlos del temple necesario para reconocer que en la soledad y el sufrimiento, también es posible aprender.
Desorden moral es una novela configurada a partir de relatos fragmentados, surgidos de la contemplación de las distintas fotografías y libros que influyeron en cada una de las etapas de la vida de la protagonista, desde que ésta tenía 11 años y adquirió la responsabilidad de proteger emocionalmente a una hermana depresiva, al tiempo que aprendía sobre la forma “correcta” de existir.


Bibliografía: Atwood, Margaret. Desorden moral. Barcelona, Ed. Bruguera, 2007, 290 pp.

¡Qué bonita soy!

¿Alguna vez se ha preguntado lo que se sentirá ser feo? Gracias a Dios yo no lo sé, pero como buena ciudadana, educada bajo los más estrictos cánones democráticos, reconozco el sagrado derecho humano a ser poco agraciado; sin embargo, es deber aceptar ─como escribió hace tiempo el maestro Artemio de Valle-Arizpe─ que algunos individuos abusan en demasía de dicha prerrogativa, sujetos que, no contentos con asustar al galeno y a la madre que los trajo a este ingrato mundo, se ocupan, impunemente, de asediar a la gente bonita con cuanto requiebro amoroso (muy creativo y fino, eso sí) les viene a las mientes al contemplar a alguna mujercilla de generosas carnes.
Si usted, querido lector, es de esos pocos desafortunados que tras los múltiples rechazos de sus melindrosas conocidas admitió que no se parece en nada a las efigies griegas, no se angustie, pues la Divina Providencia (manifestación de la inmensa sabiduría de un hombre nada feo) lo sabrá recompensar con otras virtudes, tal es el caso de Félix Vargas (“Canillitas” pa’ los cuates), hijo de un albañil que murió de un mal de garganta (lo ahorcaron en la plaza mayor) y de una mujer cuyas notables habilidades profesionales la llevaron a ser conocida como María “la brincos”.
La historia de este pícaro ─hermano de andanzas e infortunios del Periquillo y del Guzmán de Alfarache, entre otros no menos célebres─ es contada por el escritor saltillense Artemio de Valle-Arizpe, cuya obra fue reeditada el año pasado, por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, para el recreo de los interesados en conocer las correrías de un hombre que, a pesar de tener el aspecto de “un garbanzo trepado en una garrocha”, disfrutó la vida rodeado de las dulzuras ofrecidas, muy liberalmente, por notables leperuzas.

Bibliografía:
Valle-Arizpe, Artemio. El canillitas. México, Ábside, 2007, 352 pp.

Amor vegetal

Nadie creería que los árboles son Católicos, Apostólicos y Romanos, pero si Poniatowska lo dice, yo no soy quien para cuestionar la historia de la señorita Jacaranda, quien una mañana de primavera, al despertar cubierta de flores moradas, se lavó la cara, se colgó un velo blanco y se encaminó, acompañada de unos pastos que fungieron como pajes, a la iglesia de San Sebastián en Chimalistac, muy feliz de poder echarle el lazo a un frondoso limonero.
En Boda en Chimalistac, Elena Poniatowska se da a la nada fácil tarea de entretener a los niños con un cuento que, a la vez de resultar divertido, coadyuve a la enseñanza de las tradiciones mexicanas y ensalce valores humanos como la lealtad, la amistad y la solidaridad.
La historia de este peculiar amor vegetal es complementada por las coloridas láminas de Oswaldo Hernández Garnica, ilustrador que recupera en sus dibujos las características físicas de los habitantes de la capital, el paisaje urbano y la tranquilidad de los pocos barrios de arquitectura colonial que aún se conservan en la Ciudad de México.
La edición en papel couché y pasta dura hecha por el Fondo de Cultura Económica ayuda a hacer más atractivas las imágenes de una realidad matizada por los colores que desearíamos ver siempre en el Distrito Federal y que nos hablan de un pasado que se cuela en el asfalto e, inexorablemente, se aleja con cada uno de los toques de hora de la catedral.

Bibliografía:
Poniatowska, Elena. Boda en Chimalistac. México, Fondo de Cultura Económica, 2008, 24 pp.

Terapia de pareja

El desplazamiento de las formas tradicionales de producción, la incorporación de la mano de obra femenina a las fábricas, pero, sobre todo, la modificación de los roles individuales en la sociedad, generaron, tras la segunda guerra mundial, un replanteamiento de conceptos como el amor, el noviazgo, el matrimonio y la familia. En las décadas sexta y séptima del siglo pasado se plantearon, incluso, formas alternativas de convivencia como las comunas, las uniones abiertas y la soltería sexualmente activa; sin embargo y a pesar de los cambios, es un hecho la necesidad, al menos de las mujeres, de establecerse de manera definitiva con alguien para compartir todos los problemas, necesidades y alegrías de la vida.
Las cosas no son fáciles: las largas jornadas laborales, el estrés, la desconfianza, la rutina y el cuidado de los hijos, propician el desgaste y el posterior desmoronamiento de relaciones que, aunque inicialmente estaban sustentadas en el amor, se convierten en un lastre para la vida de cada uno de los miembros de la familia.
Ante la escalada de problemas, agudizada, muchas de las veces, por los celos o la falta de innovaciones en la vida sexual, el divorcio se ha generalizado como la alternativa más viable, para acabar con una convivencia frustrante y destructiva. Antes de dar ese último paso, la psicóloga española, María Antonia Güel Roviralta, propone a los matrimonios acercarse a su obra Amores y desamores. La vida en pareja, libro donde los interesados pueden encontrar una serie de recomendaciones útiles para salvar su relación o, en determinado caso, concluir con un divorcio, pero de forma tranquila y satisfactoria para todas las partes.


Bibliografía:
Güel Roviralta, María Antonia. Amores y desamores. La vida en pareja. Barcelona, Ed. Océano, 2007, 142 pp.

miércoles, 4 de junio de 2008

Reflexiones desde el exilio

La Historia, según millones de vidas, podría describirse como una tirana omnipotente ocupada en la destrucción de destinos posibles; la antítesis de toda esa muerte, se encuentra en el motor mismo de los pueblos, es decir en los sueños, en las utopías, concepciones capaces de redimir al hombre y mostrarle universos alternos donde la decadencia y la podredumbre no son la meta a la cual nos encaminamos tras el final de cada día.
La literatura, la política y, en alguna medida, el periodismo, son el resultado de esos intentos de reconstrucción, son el arte de “remedar al hombre”, para presentarlo en simulacros de mundos mejores e ideales. Max Aub, escritor, crítico, soñador anhelante de una realidad sin guerras, se ocupó, en su obra periodística, de replantear y cuestionar algunos de los problemas que hundieron a buena parte de su generación y que, entre otras cosas, lo obligó a exiliarse en México, tan sólo para vivir en la añoranza de su vieja patria, España.
De todo habla el periodista de descendencia judía, todo es motivo de sus “elogios” (publicados en diferentes diarios y revistas mexicanos, entre 1943 y 1972, y recopilados por el Fondo de Cultura Económica): lo mismo aborda, con divertida ironía, la candidez o la fealdad física, que explota en amargas reflexiones contra la miseria y corrupción que hundió a muchos de sus amigos; mas en sus añoranzas, Aub es consciente de que todo es posible y aunque la Historia le juegue “malas pasadas”, siempre se podrá reconstruir lo sucedido, pues si bien es factible perder la libertad del cuerpo, como le sucedió en un campo de concentración en África, es imposible apresar al espíritu.

Bibliografía:
Aub, Max. Los tiempos mexicanos de Max Aub. Legado periodístico 1943- 1972. México, Fundación Max Aub, Fondo de Cultura Económica, 2008, 928 pp.

El ángel de la muerte: corazón del barrio bravo

Un olor dulzón, a guayaba podrida, se extiende por todo el templo. Festín de moscas: vuelan, se posan sobre las paredes manchadas, las sillas de plástico grises de mugre, las flores, las frutas en descomposición, el adorno de noche buenas artificiales colgado de la pared en pleno mayo… ávidas, succionan la sangre de los fieles que musitan una oración con la mirada sumisa de quienes se saben en presencia de un superior.
La Niña Blanca Santita, la Catrina, la Flaquita, para mayores señas, la Muerte, observa impávida, mientras exhibe su traje blanco. La cabellera larga empuja al vacío de los ojos, a la sonrisa fría y a la mano descarnada, larga, que se extiende a los feligreses.
Arrastrándose, entra una mujer al templo. Parece más vieja de lo que realmente es, su cara refleja angustia, dolor y una completa fe en la imagen a la que se acerca. “Nunca me falla”, explicará más tarde, haciendo referencia al “ángel bueno”, a la muerte representada como una mujer con alas. “Le he pedido de todo, menos dinero, porque ese me lo gano yo con mi trabajo. Es muy milagrosa”, explica la penitente, al fijar sus ojos en el altar principal, donde “la Santa” es la invitada central en un espacio que debe compartir con esculturas más familiares: un niño Dios, un Cristo agonizante en la cruz, la mater dolorosa y, por supuesto, Lupita, quien, por esta vez, ha de conformarse con compartir un rincón, con unas plantas y una olla tamalera abandonada.
Al número 35 de la calle Bravo en Tepito, llegan parejas, matrimonios con niños, mujeres de brazos tatuados con osamentas y guadañas, hombres, borrachos que, a gritos, demuestran su afecto por “la Niña” y quienes, a toda costa, buscarán la oportunidad de regalarla con una canción: “la letra es lo de menos, lo importante es que salga del corazón”. Acuden al toque de las campanas. A las cinco comienza el rito. El sacerdote, de atuendo morado, preside los rezos. Ella, la alabada, es la Jefa, la patrona de carteristas, prostitutas, maras, ladrones, presos y narcos; pero también de aquellos a quienes “no les cumplieron” ni San Judas ni la Virgen de Guadalupe.
“Con la brujería de hoy”, anuncia el padre Carlos, “vamos a pedirle a la Santa que nos libre de las envidias, del mal de ojo, de los hechizos y las maldiciones; ya verán hermanitos, en esta misma semana se nos concederá lo que estamos pidiendo”. Las personas escuchan; esperanzadas, se “limpian” el cuerpo con las veladoras compradas segundos antes en un aparador frente a la oficina (dos por cincuenta pesos), las frotan sobre sus cabezas, levantan brazos y piernas. Al terminar, la ayudante pasa a encender las mechas; en su mano izquierda lleva una red, donde va recogiendo las limosnas, mientras el sacerdote dirige la oración: “Dios todo poderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, te pido permiso para venerar a la Santa Muerte, mi niña blanca, bendito ángel que tú enviaste en mi auxilio, quiero pedirte de todo corazón que rompas y destruyas todo hechizo, encantamiento, oscuridad que se presente en mi persona, casa, trabajo, camino. Que quite la envidia, pobreza, desempleo y la traición…”
Tras la comunión, los fieles salen del templo, con ellos llevan imágenes rociadas con agua bendita. Parece que la Santa los sigue: en muchas esquinas de la colonia Morelos pueden verse altares dedicados a ella. Se muestra de todas las maneras imaginables, desde aquellas agresivas, más propias de las playeras de los metaleros, hasta las simpáticas y engalanadas, cuyo modelo fueron los grabados de José Guadalupe Posadas, pasando, claro está, por la clásica de túnica negra y guadaña, y la de cabello largo, coronada con una tiara de plástico dorado o de fantasía.
“En todo, seño, en todo me ha ayudado mi madre. Yo vengo desde Guanajuato nada más a verla, allá toda mi familia y conocidos creen mucho en ella”, cuenta orgullosa Margarita Ortiz, frente a las decenas de flores que adornan el altar de la esquina de Alfarería y Mineros, uno de los más concurridos de Tepito, por su tamaño y antigüedad (6 años, explica Enriqueta Romero, dueña del lugar).
El culto a la Santa Muerte, cuyos orígenes aún no son del todo claros, se ha multiplicado, según la maestra en Antropología social, Katia Perdigón, durante los últimos 15 años, dando lugar a la proliferación de centros de culto improvisados y a la popularización de fetiches vendidos en tianguis de la Ciudad de México y de varios estados de la República.
El 12 de agosto del 2007, David Romero, considerado arzobispo primado de la Iglesia Santa, Católica, Apostólica, Tradicional México- Estados Unidos (la Secretaria de Gobernación señaló el 22 de noviembre de ese año que la iglesia carecía de personalidad jurídica, por lo cual tiene prohibido ostentarse como asociación religiosa) canonizó al “Ángel de la Santa Muerte”, una figura de bulto con forma de mujer alada; sin embargo, los creyentes prefieren venerar a la imagen tradicional de la osamenta, pues ella representa, de forma más fiel, el miedo y la violencia de nuestros días.