El verde no sólo es el color que desfila esta temporada en las pasarelas de Madrid, Nueva York y París, sino también es el símbolo de una nueva tendencia en la moda: la ecológica.
El estilo, el lujo y la moda son verdes. Ante la problemática ambiental del planeta, lo fashion exige, además del glamour, la responsabilidad y la labor conjunta de productores, diseñadores y público consumidor para tratar de contribuir en el rescate de la Tierra, así lo afirmaron en entrevista para Excélsior diseñadores latinoamericanos del Ecochic.
Ana María Pauer, encargada de las relaciones internacionales de una empresa dedicada a la construcción, curiosea entre los anaqueles de la tienda de Carmen Rión, una de las diseñadoras mexicanas invitadas anualmente al Ethical Fashion Show de París.
Ana mira los vestidos tejidos en telar de cintura por indígenas chiapanecas y toca la textura de las blusas hechas con lino orgánico. Las prendas son caras, más de lo que son en cualquiera de los almacenes de moda en la ciudad. Un vestido sencillo para usar en el día puede llegar a alcanzar el precio de 4 mil 500 pesos, un pantalón, mil ochocientos y una blusa bordada a mano, mil seiscientos.
La cliente pregunta por unos pequeños prendedores con forma de animales que han sido hechos a partir de los retales de las telas usadas en la confección de la ropa exhibida en el establecimiento de la colonia Condesa.
“Es difícil ayudar a mejorar el ambiente del planeta y pareciera que los esfuerzos individuales no cuentan demasiado. Sin embargo, lo que yo como creadora he podido hacer es seleccionar mis materiales. Prefiero el algodón y el lino orgánico al polietileno o al acrílico, pues además de que los primeros son completamente biodegradables, su cultivo está libre del uso de pesticidas y fertilizantes químicos”, afirma Rión.
“Además de cuidar lo sucedido en el campo, se debe atender también la manera de teñir las telas. Hay que preferir el uso de tintes naturales y aguas tratadas.”
A pesar de manifestar su preferencia por el algodón orgánico, la diseñadora se limita en su uso, dada la dificultad para conseguirlo. Es producido por tan sólo una empresa en México que lo comercializa en una tela de tejido de punto, como la que se usa en la confección de camisetas.
En el caso del lino, es necesario obtenerlo de importación. No existen productores mexicanos y hay que adquirirlo a proveedores de Polonia, Irlanda, República Checa e Italia.
“Es difícil querer ser un diseñador ecológico en México, cuando ni siquiera se cuenta con la materia prima necesaria. Los costos suben porque es necesario comprar el material en otra parte. Los colombianos y los brasileños tienen un avance importante en este campo porque, gracias a sus gobiernos, al interior se producen las fibras, se encuentran espacios para exposiciones y se crean vínculos entre diseñadores e industriales. Por lo tanto, los productos están más al alcance de todos”, denuncia la creadora.
De acuerdo a lo expresado por la dueña, si Ana María quisiera cambiar su clóset y lucir un look más “verde”, necesitaría al menos 10 mil pesos, con lo cual podría comprar seis piezas básicas (pantalones, blusas y faldas) y combinarlas.
La moda ecológica no está restringida al uso de fibras biodegradables, diseñadores colombianos de la marca Medellín Cyclus crean accesorios, zapatos y mobiliario a partir del empleo de materiales reutilizados y reciclados.
“Tenemos dos criterios para seleccionar los materiales aplicados en nuestras creaciones: primero buscamos recuperar o reutilizar algún tipo de residuos o, en todo caso y si lo primero no se puede hacer, emplear materias primas que no contaminan ni con cromo ni con sosa cáustica al agua o al suelo, tal es el caso del cuero con el que confeccionamos nuestros zapatos”, explica en entrevista Ángela Cadavid, una de las creadoras de Cyclus.
“Usamos ese cuero, el neumático para camiones, el retal de fábricas, lonas desechadas que se utilizaron en campañas políticas o publicitarias y sobrantes de cortes de telas. En el caso de las telas, buscamos que estén hechas con fibras biodegradables.
“Buscamos siempre materiales limpios, pero si esto no es posible adquirimos artículos de la mejor calidad. Por ejemplo, si hablamos de cremalleras, buscamos las más resistentes, para evitar que al poco tiempo se rompan, haya que cambiarlas y se generen más deshechos.”, asegura Cadavid.
La marca con almacenes en Medellín y Bogotá ha hecho, también, mobiliario con llantas de avioneta, con filtros de aire de motores de camiones de transporte masivo y con tambores de lavadoras. El objetivo es librar al suelo de materiales que por su composición nunca se podrán descomponer
“Como diseñadores industriales –afirma la colombiana– tenemos la responsabilidad de hacernos cargo de los objetos que nos acompañan y dada la situación actual del medio ambiente en nuestro planeta, es una buena idea crear objetos cotidianos con materiales que puedan contribuir, un poco, con la limpieza del entorno”.
La mexicana y la sudamericana coinciden en la necesidad de crear diseños que además de estar impulsados por la responsabilidad ecológica, propicien que las personas se sientan a gusto con lo comprado al sentir afinidad hacia los diseños.
Por el momento, la marca Medellín Cyclus no se puede encontrar en México, pues, a decir de Cadavid, no encuentran algún distribuidor que garantice colocar sus productos en algún lugar donde se aprecien sus esfuerzos ecológicos y se reconozca lo artístico de sus diseños. Los artículos se pueden comprar en Francia, España y Estados Unidos.
La moda ecológica es una tendencia en expansión que hasta ahora cuenta con dos pasarelas a nivel internacional: Estética organizada por el British Fashion Council (participan marcas como Amazon Life, Nahui Ollín, Anatomy y Bellon Skin, entre otras) y la Ethical Fashion Show realizada anualmente en París, donde destaca la labor de diseñadores latinos que han trabajado con firmas tan importantes como Yves Saint Laurent.
miércoles, 8 de julio de 2009
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