Sé que es un lugar común hablar de las encrucijadas del camino; sin embargo, puedo afirmar el encontrarme en una de ellas. Todos sabemos que son diferentes las cosas que deseas hacer y aquéllas que realmente puedes realizar.
En realidad, es imposible ser bueno en todo y, en estas últimas semanas, me he dado cuenta de mi posesión de ciertas habilidades: puedo hacer corrección de estilo sin mayor problema, he podido ayudar, aunque sea someramente, a algunos de mis alumnos, ¿te he contado que uno de ellos decidió estudiar periodismo bajo el argumento de que quiere ser como yo?
¿A qué viene todo esto? fácil, tal vez el reporteo no esté entre mis posibilidades. Hiroshi me dio la oportunidad de estar en Global, pero no he realizado grandes cosas, me cuesta muchísimo lograr una entrevista, recién he acertado en el enfoque buscado en los reportajes y, en los primeros días, llegué al extremo de que el editor me pidiera escribir siguiendo la estructura de "sujeto, verbo y predicado". Te juro que, hasta ese día, nunca había podido aplicar a cabalidad el adjetivo "estúpida" (por no usar una palabra más fuerte) en mí misma.
Tal vez debería dedicarme únicamente a la corrección, al parecer consideran bueno mi trabajo en Mc Graw-Hill y aún siguen buscándome en Patria. Quizá sea momento de despertar y dejar de soñar, pero me resisto (tú sabes cuán terca soy) y mi lado más soberbio aflora y me impulsa a seguir aquí y a decir "si otros lo han podido hacer por qué yo no".
Es probable que este discurso derrotista nazca de mi cansancio crónico. Como sea , al mirar alrededor, es inevitable recordar una frase dicha por mi novio muerto, Víctor Hugo, en El 93:"los animales tienen derecho a descansar, más no los hombres" y entonces, a pesar de todo, retomo la lucha donde la había abandonado y me prometo a mi misma que no desistiré, sino hasta en el momento en que me vea precisada a dejar mi sangre sobre el papel o en el teclado de la computadora.
¿Lo ves? tan sólo con escribir esto he retornado a mi propósito original, no puedo permitirme hacer algo diferente en esta vida…
Pues así las cosas: yo lo intento, me dicen que no sirvo; lloro un día y al otro estoy feliz por haber hecho una entrevista, por ver mi nombre impreso sobre el periódico o, simplemente, por escuchar todas las cosas que dicen quienes me rodean.
Debo irme, monstruo, debo hacer un cuestionario y escribir, qué importa si, dentro de algunos minutos, me veo forzada a empezar de nuevo, al fin y al cabo, tengo la seguridad de siempre poder reiniciar.
Con grandes problemas de bipolaridad, tu siempre afectuosa
Jeanette
En realidad, es imposible ser bueno en todo y, en estas últimas semanas, me he dado cuenta de mi posesión de ciertas habilidades: puedo hacer corrección de estilo sin mayor problema, he podido ayudar, aunque sea someramente, a algunos de mis alumnos, ¿te he contado que uno de ellos decidió estudiar periodismo bajo el argumento de que quiere ser como yo?
¿A qué viene todo esto? fácil, tal vez el reporteo no esté entre mis posibilidades. Hiroshi me dio la oportunidad de estar en Global, pero no he realizado grandes cosas, me cuesta muchísimo lograr una entrevista, recién he acertado en el enfoque buscado en los reportajes y, en los primeros días, llegué al extremo de que el editor me pidiera escribir siguiendo la estructura de "sujeto, verbo y predicado". Te juro que, hasta ese día, nunca había podido aplicar a cabalidad el adjetivo "estúpida" (por no usar una palabra más fuerte) en mí misma.
Tal vez debería dedicarme únicamente a la corrección, al parecer consideran bueno mi trabajo en Mc Graw-Hill y aún siguen buscándome en Patria. Quizá sea momento de despertar y dejar de soñar, pero me resisto (tú sabes cuán terca soy) y mi lado más soberbio aflora y me impulsa a seguir aquí y a decir "si otros lo han podido hacer por qué yo no".
Es probable que este discurso derrotista nazca de mi cansancio crónico. Como sea , al mirar alrededor, es inevitable recordar una frase dicha por mi novio muerto, Víctor Hugo, en El 93:"los animales tienen derecho a descansar, más no los hombres" y entonces, a pesar de todo, retomo la lucha donde la había abandonado y me prometo a mi misma que no desistiré, sino hasta en el momento en que me vea precisada a dejar mi sangre sobre el papel o en el teclado de la computadora.
¿Lo ves? tan sólo con escribir esto he retornado a mi propósito original, no puedo permitirme hacer algo diferente en esta vida…
Pues así las cosas: yo lo intento, me dicen que no sirvo; lloro un día y al otro estoy feliz por haber hecho una entrevista, por ver mi nombre impreso sobre el periódico o, simplemente, por escuchar todas las cosas que dicen quienes me rodean.
Debo irme, monstruo, debo hacer un cuestionario y escribir, qué importa si, dentro de algunos minutos, me veo forzada a empezar de nuevo, al fin y al cabo, tengo la seguridad de siempre poder reiniciar.
Con grandes problemas de bipolaridad, tu siempre afectuosa
Jeanette
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