Las dobles adjetivaciones, el ritmo sustentado en aliteraciones, la exaltación de lo bello e ideal −como recordatorio político de lo socialmente destruido− y la manifestación melancólica en tonalidades azules, marcaron una inflexión en la literatura y en la lengua de estas latitudes. Sin la irrupción intelectual del modernismo, los escritores latinoamericanos nunca hubiesen sido capaces de sustraerse a la estética y al estilo implantados por los autores europeos y jamás hubiera sido posible la incorporación a nuestras historias de las voces, sabores, alegrías y lamentos locales.
Rubén Darío, José Juan Tablada. Leopoldo Lugones, Amado Nervo y José Martí, por mencionar algunos, fueron maestros de un movimiento artístico de difícil definición e intrincada clasificación, pero cuyas obras son capaces de demostrar las posibilidades de nuestra lengua, al ser sometida al paciente tratamiento de las “manos del orfebre”.
En Cuento modernista hispanoamericano, Fernando Díez de Urdanivia reúne una colección de 27 obras, cuyos temas van desde la oscura concepción teológica de un pueblo suicida, hasta la inocencia de una niña que, al preferir una muñeca negra, se opone al dolor generado por la discriminación inherente a un sistema de castas; todo ello, enmarcado en las construcciones sintácticas que generaron uno de los tres grandes giros sufridos por el castellano −los otros dos fueron Góngora y Garcilaso, según el compilador− y en un lirismo cuyo común denominador es la extrañeza ante “los misterios de la vida y la muerte”.
Díez de Urdanivia, Fernando. Cuento modernista hispanoamericano. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2008, 304 pp.
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