De entre los cientos de personas que podemos conocer en nuestra vida, de repente, surge alguna capaz de romper el equilibrio, de hurtar la tranquilidad y dejar en su lugar una suerte de desazón que, mal orientada, puede arrastrarnos al sufrimiento y a la ejecución de actos totalmente ajenos a nuestras concepciones tradicionales sobre la moral.
¿Qué es lo que queda cuando el amor se va? Humanamente, buscamos con desesperación la manera de llenar el vacío. Agustín −que no Juan− Escutia (chiste del autor) fue abandonado por su Esteban y, tras haberle devuelto todas sus cosas, se dedicó a la recreativa tarea de fornicar con cuanto hombre se le cruzara por el camino.
Encuentros ocasionales en cines porno y baños públicos, orgías al por mayor, uso de botellas y mangueras, como sustitutos de falos, llenan la vida de Agustín y las páginas de Cuchillo de doble filo, novela donde Luis González de Alba hace gala de un lenguaje soez y una imaginación prosaica que, lejos de contribuir a la aceptación de la comunidad homosexual, conlleva al refuerzo de los estereotipos en boga y a la discriminación, ya de por sí preocupante, hacia este grupo.
La vida no tiene que ser, únicamente, una serie de encuentros carnales fortuitos; existe algo más allá a la simple vocación por el placer sexual, aun en aquellos casos en que la tristeza nos empuja a la irracionalidad. Alguien debería habérselo dicho al autor hace mucho tiempo y, de esta forma, nos hubiese ahorrado más de cien páginas de lectura estéril.
Bibliografía:
González de Alba, Luis. Cuchillo de doble filo. México, Cal y arena, 2008, 132 pp.
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1 comentario:
jajajajajajajajajajajajaja. Se nota que nota que no eres gay. jajajajajaja. muy buena la reseña, algo moralina, pero buena, aunque tienes razón, para qué leer más de 100 páginas si se puede ir a un cuarto oscuro a vivir lo narrado en falo propio, jajajajaja.
Besos, ¡celebro que te pongan a leer estos libros para perturbar tu santa mente inquisidora, jajaja.
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