Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El ático, para muchos intelectuales decimonónicos, era el espacio de reflexión por antonomasia: a él huían cuando deseaban leer, querían ocultar sus lágrimas o, simplemente, se enfrascaban en una nueva composición literaria. Además, es común encontrar en las novelas de la época, a personajes que convierten en una especie de templo, el lugar más alto y alejado de sus hogares, esto como un símbolo de su acercamiento con lo étereo desdibujado en la oscuridad del universo.
1 comentario:
Hola, me encanta el blog.
Lo siento no escribir más, pero mi español es malo escrito.
Un abrazo de Portugal
Publicar un comentario