jueves, 8 de enero de 2009

Iglesia católica, un club heterosexual

Dios es rosa, así lo afirma la primera entrega de la trilogía "Teología para la manigüis", documentos sobre la homosexualidad publicados por la Comunidad Católica Vino Nuevo, asociación donde lesbianas, gays, travestis, transgéneros o transexuales se unen con el fin de demostrar que la diversidad sexual no está peleada con la religiosidad.
Las preferencias individuales, sobre cualquier asunto o tema, no eliminan la necesidad hamana de tener fe y creer en Dios, por ello y ante el rechazo de la Iglesia Católica tradicional o sus intentos de "sanación", grupos de lesbianas y gays han decidido dejar de buscar el reconocimiento institucional, para desarrollar, por sí mismos, su espíritualidad, explicó, en entrevista para Excélsior, el presidente del Comité Organizador de la XXIX marcha del Orgullo Gay y Capellán Laico de la Libre Congregación Unitaria de México, Francisco Javier Lagunes Gaitán.
"La última instrucción papal que trata de evitar, entre otras cosas, que personas homosexuales se conviertan en sacerdotes, sólo es una muestra de la voluntad del Vaticano de convertir a la Iglesia en un club de heterosexuales, traicionando, de este modo la catolicidad, es decir la universalidad de una religión, cuyo principal fundamento era la igualdad entre todos los seres humanos", opina Lagunes.
Insertos en un medio social y familiar predominantemente católico, agrega el entrevistado, es lógico suponer que los homosexuales mexicanos basan su crecimiento en valores cristianos, pero no aquéllos que pueden ser proporcionados por la Biblia, sino los que son inculcados por las madres, las abuelas o los propios sacerdotes, entre quienes es común el convencimiento de que todo es pecado y que el diablo se encuentra a la vuelta de cada esquina.
Ante esto, continúa el también investigador gay, un adolescente, al iniciar su periodo de descubrimiento y caer en la cuenta de sus preferencias sexuales, puede entrar en una etapa marcada por los conflictos personales, pues según toda su formación, lo que él desea es precaminoso y Dios lo rechazará por vivir en contradicción a las "leyes de la naturaleza".
No obstante, el rechazo manifestado por todos los sectores eclesiásticos hacia lo que es o luce diferente no es obstáculo suficiente para que los homosexuales sigan teniendo fe, agrega el capellán, "muchos ya han entendido el hecho de que la Iglesia, como toda Institución está en su derecho de imponer sus propias reglas de aceptación; sin embargo, aún prevalecen las personas que, a pesar de todo, desean servir y ayudar desde la trinchera de la religión seguida por sus padres o abuelos".
Según la red de apoyo gay internacional, Otras Ovejas, el 60 por ciento de los seminaristas en América Latina son homosexuales, por lo tanto, las recientes disposiciones del Vaticano afectarán el número de ministros órdenados y la cantidad de personas autorizadas para brindar ayuda espiritual, todo en el marco de una crisis general de vocaciones.

La visión de la Iglesia

Hacia finales de octubre del 2008, la Congregación para la Educación Católica del Vaticano, publicó un documento, el segundo en tres años, donde se dan instrucciones a los directivos de los seminarios conciliares de todo el mundo, para que los aspirantes al sacerdocio sean sometidos a pruebas sicológicas que permitan detectar desequilibrios emocionales o desórdenes de personalidad, entre ellos la homosexualidad.
La Iglesia busca que quienes intenten convertirse en ministros de Dios sean personas con “un altísimo nivel humano” y el grado de madurez afectiva necesario para ayudar a los creyentes, tanto hombres como mujeres, en sus necesidades espirituales, expuso en entrevista para este diario, el rector del Seminario Conciliar de México, Julián López Amozurru. Con el objetivo de evitar que alguien con problemas de definición sexual o dificultad para acatar una vida célibe se integre a la vida en común de un seminario o se convierta en un líder religioso, se aplican una serie de baterías o exámenes psicológicos que permiten encontrar indicadores acerca de la orientación sexual de los aspirantes a las órdenes sacerdotales.
Desde el 2005, año de la publicación de la “Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas”, cardenales y rectores de instituciones de formación sacerdotal de todo el mundo tienen la responsabilidad de vigilar que quienes presenten una tendencia homosexual arraigada o no hayan mantenido una conducta célibe, durante los últimos tres años, no puedan convertirse en curas.
Además de las baterias sicológicas, en el seminario es posible detectar a aspirantes gays, mediante el testimonio directo de los cándidatos y las entrevistas formativas. No existen mecanismos para garantizar que los novicios digan la verdad, acepta el religioso, pero "se debe considerar que un futuro ministro de Dios debe tener claro que nada se gana con la mentira, pues además de estar cometiendo un pecado se va en contra del espíritu de ayuda y servicio".
El sacerdocio católico no es una máscara que permita a los homosexuales permanecer en el anonimato, aseguró el rector del seminario ubicado en el centro de Tlalpán, pues a diferencia de otras épocas, ya no es necesario que las personas con preferencias sexuales diferentes a las del grueso de la población, busquen refugio en la institución para tratar de eludir las críticas sociales. Por el contrario, afirma López, el ambiente permisivo predominante en estos días, propicia que los gays se manifiesten libremente.
La Iglesia Católica, menciona el entrevistado, nunca va rechazar a las personas y, tanto los homosexuales como cualquier otro grupo, serán bienvenidos en los templos y recibirán apoyo. Sin embargo, es necesario detectar, en etapas tempranas, problemas sicológicos que, tarde o temprano, pueden desencadenar malas experiencias, atribuibles a la falta de madurez afectiva.

Enfoque sicológico

La homosexualidad o las preferencias sexuales, en general, no pueden determinarse mediante una serie de pruebas, afirma en entrevista la sexóloga y psicoterapeuta, Karla Barrios, "al no ser una enfermedad, la homosexualidad no se puede diagnósticar, la única manera de conocer las preferencias de alguien es preguntándole directamente".
La pretensión de conocer la orientación sexual mediante la aplicación de baterías está sustentada en la teoría psicoanálitica, explica la especialista, corriente que busca patrones fijos de comportamiento en los resultados obtenidos en pruebas proyectivas. Sin embargo, agrega, las nuevas tendencias de investigación, entre ellas la Sexología humanista, marcan con claridad que es imposible generalizar conductas, para tratar de descubrir las preferencias personales.
El establecimiento de "características homosexuales” sólo pueden ser índice de prejuicios, doble moral e ignorancia, opina la sexológa, quien agrega que resulta contradictorio el estar empleando una teoría sicológica anatemizada por la iglesia en la década de los 40, para justificar un acto de descrimninación.

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