miércoles, 11 de junio de 2008

Chismes de salón

Jeanette Muñoz

Entre los habitantes de la Europa medieval circulaba una leyenda, siglos más tarde retomada por Goethe en su Fausto, que contaba la obsesión de un estudioso por poseer el conocimiento total del universo. En su monomanía, el hombre decidió ceder su alma a Mefistófeles, el diablo, a cambio del dominio sobre las ciencias humanas y divinas.
En los albores del enciclopedismo, el conocimiento dejó de ser un fin en sí mismo y se convirtió en un medio para obtener riqueza, poder y el reconocimiento de las elites intelectuales de las diversas naciones, así como de la aristocracia y la naciente burguesía ávida de novedades útiles para la diversión en los salones.
La vanidad intelectual, alimentada por la continua adulación de un público europeo profano, propició el surgimiento de hombres de ciencias y letras corrompidos por toda clase de excentricidades que, muchas de las veces, opacaban sus descubrimientos y aportaciones al saber humano. La filósofa y escritora francesa, Élisabeth Badinter, ofrece en Las pasiones intelectuales una revisión del carácter y las debilidades que forjaron la vida y el mito de figuras de la filosofía, la política y la ciencia del siglo XVIII en Francia.
Basada en obras de la época, diarios íntimos y correspondencia entre los intelectuales y damas de la aristocracia francesa, Badinter revela a los lectores la dimensión humana de personajes como el escritor Voltaire, el astrónomo Maupertius y el matemático D’Alembert, entre muchos otros, cuyas pasiones los convirtieron, durante décadas, en tema de las conversaciones de sobremesa y en blanco del cotilleo en los salones parisienses.


Badinter, Élisabeth.Las pasiones intelectuales.1. Deseos de gloria (1735-1751).Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, 512 pp.

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