Nell soñaba con cortinas blancas de encaje en la ventana de la cocina, con centros de mesa formados de helechos y flores recién cortadas del jardín y, por supuesto, con un esposo y unos hijos que se abrazaran y sonrieran, como si estuviesen eternamente posando para la colorida página de una revista de sociales. Con el tiempo, Nell se dio cuenta de que su vida no debía ser una copia exacta de los modelos de virtud femenina de Jane Austin y entendió, también, que hay muchas formas y caminos para convertirse en la loca y melancólica Ofelia, quien un buen día decidió arrojarse al río para cantar, mientras los borbotones de agua penetraban en sus pulmones.
Nell comprendió desde joven que la vida es simple y que las grandes historias no sólo han de hablar de hechos y personajes descomunales. Nell es feliz con su trabajo anónimo de correctora de estilo, su hermana, sus libros, su mesa vieja pintada de anaranjado y su regordeta y poco eficiente yegua. Nell y su familia, como todos los seres humanos, sufren; sin embargo, su creadora, la escritora canadiense Margaret Atwood, quiso dotarlos del temple necesario para reconocer que en la soledad y el sufrimiento, también es posible aprender.
Desorden moral es una novela configurada a partir de relatos fragmentados, surgidos de la contemplación de las distintas fotografías y libros que influyeron en cada una de las etapas de la vida de la protagonista, desde que ésta tenía 11 años y adquirió la responsabilidad de proteger emocionalmente a una hermana depresiva, al tiempo que aprendía sobre la forma “correcta” de existir.
Bibliografía: Atwood, Margaret. Desorden moral. Barcelona, Ed. Bruguera, 2007, 290 pp.
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