Al escucharme, todos piensan que estoy loca, mas puedo jurar que en el jardín de mi casa vive un perro de hierba, con los ojos verdes, las orejas verdes y un complejo sistema óseo de madera. Cuando se enoja, me muestra sus colmillos, también verdes, pero lo más usual es que esté de buen humor y corra a mi lado, meneando su cola de hojas, para que le dé un poco de agua. Por ello, me tranquilizó saber que el escritor René Avilés Fabila, periodista, colaborador de este diario y director del Universo del búho, tiene como mascota a un unicornio y que su primo Julián posee un minotauro.
El bosque de los prodigios, libro heredero de los bestiarios de Arreola y Borges, es el resultado de la investigación taxonómica y mitológica realizada por Áviles, con el objeto de mostrar a los lectores las concepciones religiosas y sociales de los pueblos mesoamericanos, cuya imaginación permitió la existencia, hasta el arribo de los españoles, de una fauna extraña y misteriosa que, en convivencia con los humanos, configuró un mundo donde lo caótico es la norma y la quimera, el paradigma de la vida.
Tomando como pretexto la teología y concepción cósmica de los pueblos del Anáhuac y la península de Yucatán, el también autor de Los animales prodigiosos, configuró una zoología agresiva y a la vez mágica, capaz de mostrar la complejidad cultural de las civilizaciones precolombinas, al tiempo de espetarnos en el rostro, la imposibilidad humana para comprender todos los misterios encerrados en la naturaleza y en nuestra propia mente.
Bibliografía: Avilés Fabila, René. El bosque de los prodigios. México, Ed. Patria, 2007, 200 pp.
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