miércoles, 11 de junio de 2008

El amor en tiempos de Peste

De nada sirvieron las sangrías efectuadas por los médicos de Oxford, tampoco los cataplasmas de excremento de cabra extendidos sobre los bubones, mucho menos las oraciones pegadas al cuerpo de los enfermos y el emplazamiento del hospital a un lado de la catedral: un comerciante de paño, modelo incipiente del futuro industrial de Inglaterra, es el primer siervo del rey Eduardo, en Kignsbridge, que contrae la Muerte Negra, la gran peste que asoló a la Europa del siglo XIV; después de él, miles de personas murieron ante la mirada desesperanzada de quienes, aterrados, aguardaban su turno para unirse a las filas de cadáveres acumulados en las calles.
Con la epidemia y la invasión de Inglaterra a Francia como fondo, el escritor galés Ken Follet da cuenta de las oscuras maquinaciones de los habitantes del priorato de Kignsbridge, católicos supersticiosos, adheridos al rey, al obispo y a Roma que tras su aparente religiosidad y moral, esconden ambición, odio, lujuria y deseos de venganza heredados.
En Un mundo sin fin, continuación de Los pilares de la Tierra (1989), Follet toma como pretexto los conflictos políticos entre Estado e Iglesia y los inherentes a la vieja aristocracia y el naciente mundo capitalista, para presentar una historia de amor con final feliz que se entrelaza ─mediante una narración tradicional afectada, en varios pasajes, por el empleo recurrente de lugares comunes─ con una serie de acontecimientos históricos que determinaron el escenario geopolítico medieval y renacentista.


Bibliografía:
Follet, Ken. Un mundo sin fin. México, Plaza y Janés, 2007,1184 pp.

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