miércoles, 11 de junio de 2008

Feminismo en la Edad Media

La Edad Media, también conocida como época oscurantista, estuvo política, religiosa y culturalmente determinada por la relectura, en el mundo cristiano, del pensamiento helénico, cuyas máximas establecían un orden social inalterable, donde los hombres estaban encargados de la administración de la Res pública, mientras que las mujeres eran relegadas al oikos, el hogar. Por su parte, el medioevo chino fue dominado por las ideas filosóficas extraídas del taoísmo y el confusionismo, sistemas teóricos que señalaban el “sito adecuado” de cada persona dentro de la estructura social: los hijos vivían sometidos al padre, la esposa al marido y los vasallos al emperador, soberano de “todo lo que hay bajo el cielo”.
En este contexto se desarrolló la vida de Zetien Shunsheng (Sabia seguidora del paraíso), la única mujer en toda la Historia China que llegó a ostentar personalmente el poder imperial, tras desafiar todas las convenciones sociales de la época y escalar ─gracias a sus habilidades para la adulación, las intrigas palaciegas y el asesinato─ dentro de la jerarquía cortesana. Jonathan Clements, investigador especialista en Historia china, narra el ascenso al poder de Wu Zhao, una de las decenas de concubinas del segundo emperador de la dinastía Tang, cuyas aptitudes políticas y militares le llevaron a ganarse el respaldo del pueblo y a desatar la ira de la nobleza.
Considerada, durante sus años de mayor dominio, como Maitreya ─encarnación de Buda─, tras su muerte, Wu fue calificada por sus detractores como “hembra caprichosa y vanidosa”, asesina de decenas de adversarios y homicida de su propia familia. A catorce siglos de distancia, la imagen de Wu se difumina por los escándalos que rodearon su tumba, mitos que tal vez sólo escondan tras de sí, el mayor de sus crímenes: ser mujer.

Bibliografía:
Clements, Jonathan. Wu. La emperatriz china que intrigó, sedujo y asesinó para convertirse en un dios viviente. Barcelona. Crítica, 2007. 314 pp.

1 comentario:

Cristóbal dijo...

Me gustó. Se me antojó leer este libro. ¿Me lo prestas? jijijiji. Un besoy abrazo